Establecer límites a los niños es fundamental en el proceso de crianza y educación. Los padres debemos aprender a ponerles normas y límites a nuestros hijos encontrando un equilibrio entre la permisividad y el autoritarismo. No podemos permitir que nuestros niños crezcan sin normas pues los necesitan para sentirse felices y seguros. Además, es mucho lo que los pequeños aprenden de los límites.
Los límites permiten al niño aprehender su entorno como algo previsible y controlable y esto les ayuda a crecer con autoestima y confianza. Los padres a veces encuentran difícil poner límites a los hijos porque esto supone en muchas ocasiones decir NO a sus pequeños y eso les enfrenta con culpa y remordimientos: se sienten mal padre o mala madre por decirle no al niño abocándole a la temida frustración.
Sin embargo, lo cierto es que los niños cuando tienen límites se relacionan mejor con su entorno y con los demás y en definitiva, crecen mejor. Entre otras muchas cosas precisamente porque crecer con buenos límites les permite aprender a gestionar la frustración, habilidad muy necesaria para la vida.
Por otro lado, a través de los límites entre otras cosas los niños interiorizan las normas sociales, lo que es correcto y aceptable y lo que no. Esto es esencial a nivel social, en el ámbito de lo que es público pero también son importantes en la esfera de lo privado, a nivel familiar: gracias a los límites los niños van incorporando lo que pueden o no pueden hacer y cuándo.
Este aprendizaje propiciado por el establecimiento de unos buenos límites es vital, en ocasiones porque sencillamente está comprometida la integridad del niño (ejemplo, meter los dedos en el enchufe) y tantas otras porque la conducta no es la adecuada en ese contexto, en ese momento, con esas personas etc.
La ausencia de límites para los niños
En ocasiones el mal comportamiento de los menores se debe a la ausencia de límites, portarse mal se convierte en una forma de expresar su desconcierto ante un entorno que no es previsible y por tanto perciben como inseguro. Así, el comportamiento disruptivo es como un grito del niño pidiendo límites. Los padres han de saber leer entre líneas e interpretar qué hay detrás de ese tipo de conductas que tanto les preocupa, para reconducir adecuadamente su forma de educar, lo que implicará aprender a poner límites.
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La ausencia de límites se asocia con el estilo parental permisivo, que se describe como aquel donde los padres (o educadores) no ponen ningún tipo de límite a la conducta del niño. Las consecuencias de este estilo educativo son niños inseguros e inestables emocionalmente.
En el polo opuesto están los padres que siguen el estilo parental autoritario. En el estilo autoritario, los límites son muchos y muy rígidos, promoviendo la afirmación de poder de los padres sobre el hijo. Este estilo parental favorece una baja autonomía, reduce la creatividad y redunda en poca competencia social, siendo frecuente que aparezca impulsividad y una concepción moral poco sólida fundamentada en el miedo.
Cómo los padres pueden poner límites y normas
Educar con límites adecuados supone un reto para los padres que muchas veces tienen que aprender a hacerlo sobre la marcha. La mayoría de los padres (inconscientemente) optan por reproducir el modelo parental desde el que han sido educados y otros por pura oposición (también inconsciente) se van justo al polo contrario.
Lo ideal es prepararse para el reto de educar y dejarse orientar cuando realmente suponga un problema. Poner unos límites adecuados es encontrar un equilibrio entre la permisividad y la autoridad, el estilo parental que recoge esta forma de proceder se llama democrático o autorizativo favorece que los hijos sean competentes socialmente, estén motivados, tengan iniciativa y autocontrol y por supuesto posean una buena autoestima.
Los límites son muy importantes por un lado para los niños como hemos dicho, para crecer de forma positiva y sana, y por otro, aprender a ponerlos adecuadamente proporciona a los padres un aprendizaje importante. Los padres tienen que educar aprendiendo a conjugar de forma equilibrada autoridad y flexibilidad, basándose en criterios elegidos conscientemente, coherentes y consistentes.
Guía Infantil