La tecnología se ha convertido al mismo tiempo en el mejor aliado y un potencial enemigo para la vida cotidiana. Gracias a ella el mundo ha podido seguir funcionando sin pararse durante los últimos meses con el teletrabajo; las videollamadas y los servicios de mensajería han permitido mantener el contacto con familiares; y los videojuegos han llenado el tiempo libre sin salir de casa. Con todo, hemos utilizado tanto el ordenador, el móvil y las consolas que ahora cuesta despegarse de las pantallas.

El informe ‘El impacto de la Covid-19 y sus consecuencias en el ámbito de las adicciones en Euskadi’ publicado por el Gobierno Vasco en diciembre de 2020 revela que, entre marzo y diciembre de 2020, el tiempo que la población menor de edad ha estado expuesta a las pantallas se incrementó un 73,9%. Ante el hecho de que los jóvenes que tenían que estar mucho más tiempo en casa y lejos de sus amigos, padres y madres hemos sido más permisivos respecto al consumo de tecnología, a lo que hay que sumar que, debido a la necesidad de asistir a las clases a distancia, los menores han estado este curso hasta 4 o 5 horas diarias delante de la pantalla.

Ahora la situación es muy diferente: aunque puede que no sea fácil alejar a niños y adolescentes de las pantallas, algunos de ellos se han acostumbrado a no salir de casa y quedarse jugando con la consola, el móvil o viendo series de diferentes plataformas, «por lo que ahora les está costando mucho romper con esa rutina. Por eso, yo animaría a padres y madres a que les ofrezcan planes al aire libre, ya que es temporada vacacional, y vayan reduciendo su uso», afirma Andrea Alfaro, experta en Didaknet sobre seguridad en internet y nuevas tecnologías.

Usar la tecnología en su justa medida

Alfaro apuesta por reflexionar sobre el uso de la tecnología ahora que la pandemia permite mayor libertad de movimientos y sostiene que « se ha establecido el mantra de que tenemos que digitalizar la escuela, sin pensar que la tecnología hay que utilizarla con un fin, no para todo y en todo momento». Alfaro remite a las palabras de Xabier Bonal, profesor de sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, sobre el futuro de la educación: «Tendrá mucho soporte digital, pero no deberá perder nunca lo presencial. A veces convertimos la infraestructura y el equipamiento en un objetivo. La digitalización es un medio, el objetivo es que el alumnado aprenda y se socialice. Cómo hacemos un buen uso de la digitalización para lograr esos objetivos es lo que tendremos como grandes deberes en el futuro inmediato».

Uno de los problemas que el mayor uso de la tecnología puede haber empeorado, apunta la experta, es el consumo de pornografía online «puesto que están aprendiendo ‘educación afectivo sexual’, por llamarlo de alguna manera, a través de la pornografía. 

No es una situación fácil de manejar, por un lado están las voces que defienden un uso intensivo de la tecnología, quienes dicen que el alumnado debe utilizarla al máximo (de ahí el uso de pizarras digitales, libros electrónicos y ordenadores en clase) y por otro lado, señala Alfaro, está el hecho de que los hijos e hijas de los dirigentes de las principales tecnológicas del mundo, en Silicon Valley, van a centros escolares en los que no se utilizan pantallas ni ordenadores. La experta concluye: «aprovechemos la vuelta a lo presencial, que socialicen, que jueguen, y utilicemos las tecnologías cuando verdaderamente nos aporten valor añadido.

Cómo evitar la dependencia de las pantallas

Para evitar la adicción a la tecnología, Alfaro propone que los bebés no vean pantallas hasta los dos años y, cuando empiecen a utilizar dispositivos, que estén siempre acompañados: « Se de fijar un tiempo máximo de uso y establecer normas como, por ejemplo, nada de móviles o tablets en las comidas. Por supuesto, nosotras también tenemos que dar ejemplo, ya que se quedan más con lo que ven que con lo que les decimos. A veces miramos el móvil durante la comida, con la excusa de que es por trabajo y así les estamos enviando un mensaje de que hay excepciones. Las normas, en este caso, sí que son igual para todos y todas».

La experta defiende establecer límites a los menores porque «les da seguridad y les ayuda a autorregularse en un futuro». También recomienda jugar con los niños, teniendo en cuenta que la relación paterno filial hoy es diferente a la que existía en generaciones anteriores.

Síntomas que indican una posible adicción a la tecnología

Los adolescentes, ya antes de la pandemia, estaban con el móvil siempre en la mano. ¿Cómo saber si el uso de tecnología se está volviendo una necesidad? Entre las señales que pueden llevar a pensarlo se encuentran las siguientes:

  • El menor ha dejado de hacer actividades que antes le gustaban.
  • Cuando debe alejarse de la tecnología tiene alteraciones de humor destacables (no el típico enfado cuando se le prohíbe jugar a la consola o se le pide que deje la tablet, sino que llegue a ponerse agresivo).
  • Está con las pantallas a horas en las que debería estar durmiendo o comiendo.
  • Su rendimiento escolar ha decrecido notablemente.
  • Niega estar demasiado pendiente de la tecnología y se conecta a escondidas.

En caso de que se sospeche que un niño o adolescente presenta signos de adicción a la tecnología, lo más aconsejable es acudir a un profesional para que evalúe el caso y asesore a los padres sobre los pasos a seguir.

Fuente: El Correo

 

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